Hoy os traigo el reportaje de boda Paula y Bertol. La suya, es una historia que ha cruzado toda la península. Una historia de amor que nació en Conil de la Frontera, se consolidó en Bilbao y se celebró por todo lo alto en Salamanca.
La boda se celebró en un precioso día e otoño, con esa luz y ese colorido que caracterizan a la nostálgica estación del año.
Mi trabajo como fotógrafo de boda dio comienzo en la casa que la familia de Bertol tiene en la ciudad. Allí, pude recoger las últimas imágenes del novio antes de casarse. Rodeado de su familia, nervioso, ilusionado y disfrutando el día desde el inicio. Ultimé preparativos y detalles junto con su hermana y su tía para que todo quedará concretado y así ellos pudieran dedicarse a disfrutar del día.
Después, me dirigí al hotel donde se hospedaban Paula junto con su familia, procedentes de Lumbrales; un bonito pueblo salmantino. Cuando llegué, se disponía a desayunar ya que las primeras horas del día fueron muy ajetreadas y no había tenido tiempo ni para tomar un bocado.
Mientras ella terminaba y disfrutaba de su último desayuno de soltera yo empecé a realizar las primeras fotografías de los detalles, que con sumo cuidado había elegido para la ocasión. Después hice sus fotos, en la que se recoge la emoción del momento, la alegría, la tensión, el cariño… un montón de emociones que se concentran en un pequeño espacio de tiempo que hacen de este uno de los momentos más especiales en las bodas.
Entre unas cosas y otras pronto llego la hora de salir hacia el lugar de la ceremonia. Paula y Bertol eligieron la Catedral de Salamanca para ese momento.
El emblemático monumento fue todo un descubrimiento para algunos de los invitados que venían del norte y nunca habían estado en la ciudad. La solemnidad y belleza del mismo impregno toda la ceremonia donde se vivieron momentos realmente emocionantes sobre todo durante las lecturas que habían preparado amigos y familia hablando sobre la vida de la pareja.
A la salida, los novios se encontraron con una alegre sorpresa, les esperaba la tuna salamantina, con sus canciones y folclore.
Tras la ceremonia, los invitados se trasladaron hasta el restaurante de El Casino para continuar con la celebración. Mientras, yo me quedé con los novios para pasear por la ciudad y los lugares que previamente habíamos acorado, y ya como marido y mujer, captar la esencia y complicidad de ese momento.
Después, volvimos a juntarnos con todos para continuar con risas, bailes y regalos que nos llevaron sin darnos cuenta hasta alta hora de la noche, momento en el que finalizó un día que sin duda quedará en el recuerdo de todos. Para revivirlo y volver a sentir las emociones de cada momento aquí os dejo con un resumen fotográfico, porque está claro que una imagen vale más que mil palabras.
Gracias por contar conmigo como vuestro fotógrafo de boda.